Una Vida Peligrosa.

viernes, 29 de enero de 2010

Una alimentación sana y equilibrada es la mejor maner de tener una vida saludable. Desde este medio siempre hemos defendido una dieta sana como una prioridad en nuestra vida. Los datos científicos siempre han avalado a  la dieta mediterranea como la mejor opción, aunque ha sido abandona de forma gradual en nuestro país. Esta semana, hemos recbido más datos.

La dieta mediterránea previene el cáncer de estómago, según se desprende de un estudio elaborado por la red EPIC en el que han participado investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) y el Instituto Catalán de Oncología (ICO).

El estudio se ha realizado con 485.044 personas de entre 35 y 70 años procedentes de diez países europeos, sobre cuya dieta y estilo de vida los investigadores han hecho un seguimiento durante años. Cada uno de los participantes ha obtenido una puntuación en función de su consumo de fruta, verduras, cereales, legumbres, frutos secos, pescado y aceite de oliva.
Tras 9 años se seguimiento, un total de 449 personas han desarrollado cáncer gástrico. Según el estudio, las personas con una mejor puntuación tienen un 33% menos de posibilidades de desarrollar este tipo de tumores que aquellos con peor puntuación.
El trabajo también concluye que cada punto de más, lo que implica unos cambios mínimos en la dieta, confiere un 5% más de protección a padecer un tumor de estómago.
Una de las responsables del estudio ha explicado que "hasta ahora había otros estudios que demostraban los efectos beneficiosos de los productos, pero este trata de la dieta mediterránea en su conjunto.Con unos cambios mínimos en nuestra dieta podemos conseguir medidas de prevención muy importantes en este tipo de cáncer, que es uno de los que tiene peor pronóstico".
Los tumores gástricos son la segunda causa de muerte por cáncer en todo el mundo, con más de un millón de muertes cada año. En España, el cáncer de estómago es el quinto más frecuente -8.200 casos nuevos cada año- y el cuarto que provoca más muertes. SI queréis más información respecto a una alimentación sana, seguid este enlace: www.substratum.es/bioalimentacion.html

No sólo una mala dieta puede afectar nuestra salud. Llevamos denunciando mucho tiempo el abuso de productos químicosa los que estamos siendo sometidos. Un coctel químico que, con el tiempo, puede tener consecuencias muy dolorosas, incluso trágicas. El Síndrome de Sensibilidad Química (SQM) es la respuesta fisiológica de algunos individuos frente a multitud de agentes y compuestos químicos que se pueden hallar en el medio ambiente. La OMS no la considera aún una enfermedad como tal.
  • Síntomas: Son crónicos y se agudizan ante una crisis. La mitad de los afectados manifiestan tener dolor de cabeza, debilidad, problemas de memoria, falta de energía, congestión nasal, dolor o compresión en la garganta y molestias en las articulaciones (de los sistemas nervioso central, neuromuscular, respiratorio, y esquelético). Alrededor de casi un tercio refieren otros síntomas de sistemas orgánicos como el dolor abdominal, náuseas, trastornos visuales, o presión pectoral.
  • Diagnóstico: Es clínico y se realiza con el cuestionario QEESI (cuestionario rápido de exposición y sensibilidad ambiental).
  • Prevalencia: Las estimaciones son dispares. Se sabe que el 0,75% de la población tiene SQM severo y el 12% moderado o leve.
Hace apenas cuatro años, la vida de Eva era absolutamente frenética. Trabajaba como economista en una Sociedad de Valores en Barcelona, tocaba en un grupo de rock  iba al gimnasio, salía casi cada noche con sus amigos... Ahora, apenas se vale para vestirse, casi no habla y vive prisionera de su propio cuerpo, que la amenaza constantemente con rebelarse ante cualquier estímulo exterior por imperceptible que sea.
Eva se dio cuenta de que emprendía un camino de difícil retorno cuando un día —de ello hace más de cuatro años— cambiaron el ambientador en su despacho y su cuerpo, que ya le había enviado varios S.O.S. en forma de reacciones alérgicas, se rebeló violentamente. Sintió que se ahogaba; supo que aquello era algo más que una simple reacción adversa.

Dos años después, y tras consultar a una veintena de especialistas, el doctor puso nombre a su calvario: Sensibilidad Química Múltiple. La SQM es una nueva afectación difícil de diagnosticar, que no tiene tratamiento específico, y que merma notablemente la vida de los que la padecen. Las manifestaciones y su grado de intensidad dependen del individuo y van desde dolores de cabeza, cansancio generalizado, picores en la piel, problemas cognitivos...; siempre en presencia de uno o varios productos químicos.

En el caso de Eva, el impacto ha sido máximo y hoy se encuentra encerrada en su casa, aislada por completo de su familia y amigos, con los que se relaciona a través del correo electrónico. «Aunque había sufrido crisis parecidas antes, el primer ahogo me vino cuando cambiaron ese ambientador en el trabajo». «Al ver que ninguna medicación me lo solucionaba, tuve la sensación de que era más grave de lo que los médicos pensaban y que difícilmente tendría curación». «Desde ese momento, ya fui consciente de que esto no tenía marcha atrás». Y no se equivocaba...

Su vida dio un vuelco a peor. Las crisis se sucedieron y las reacciones a cualquier estímulo ambiental se radicalizaron. Ahora, Eva vive incomunicada en su casa, envuelta entre algodones, protegida de cualquier agente ambiental. «Me paso el día en la cama. No tengo fuerzas ni para hacerme la comida y muchas veces para ducharme, y casi ni para hablar", ya que como consecuencia de la Sensibilidad Química Múltiple (SQM) padece Síndrome de Fatiga Crónica severo.

El año pasado, Eva salió un solo día de su casa . «Lo hice en silla de ruedas, con máscara de carbón, tapones en las orejas y gafas oscuras para protegerme del sol», afirma. Hace tiempo que no sabe lo que es llevar una vida normal. Sus limitaciones son múltiples: no puede llevar el pelo largo porque está tan débil que siente su peso, tampoco colgarse un bolso, ni escuchar música, ni leer ni ver la televisión...
 Una de las cosas que más le ha perjudicado, al margen de la enfermedad en sí, es «que muchos facultativos no sepan aún que existe esta patología». Reconoce abiertamente el dolor que sintió al percibir la indiferencia de algunos médicos. Viviendo con la incertidumbre causada por la falta de un diagnóstico firme, Eva optó por Internet, donde entendió realmente lo que le pasaba, ya que correspondía con sus síntomas. Eso fue a los tres meses de sufrir las primeras crisis. Sin embargo, no paró hasta obtener la confirmación médica, tras dos años, perdiendo energías y esperanza en el camino. «Algunos no me hicieron ni caso y otros hasta se rieron de mí», «todo el tiempo que tarde en tenerlo fui empeorando cada día más».

«Tenía SQM de grado severo, pero también Síndrome de Fatiga Crónica grado II y Tiroiditis de Hashimoto, que hacen que, junto con las múltiples alergias que sufro desde pequeña, hagan que mi caso sea muy complicado», dice Eva. Recuerda con especial amargura el momento. «Estuve un mes en estado de shock».

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