Saquemos el Veneno de la Comida

sábado, 23 de enero de 2010

La lista del programa REACH (Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas) de la UE está estudiando si presentar otras 478 sustancias al escrutinio de las autoridades, para que se midan sus riesgos. Es una propuesta que ha partido de seis países (Holanda, Alemania, Austria, Francia, Suecia y Dinamarca)  Si se confirma que son peligrosas para la salud, los fabricantes deberán intentar eliminarlas y cambiarlas por un sustitutivo; si no es posible, tendrán que rebajar la cantidad empleada y sólo podrán hacerlo con permiso expreso de la Comisión Europea.


Actualmente, estos condicionantes sólo se aplican a 29 productos (los últimos incluidos esta misma semana), por lo que si se añaden otros 478 el aumento de sustancias controladas será del 1.500%. Entre las candidatas, el 74% son cancerígenos, como la acrilamida o los cromatos de plomo, utilizados en la metalurgia y en colorantes y pinturas. El 48% son tóxicas para la reproducción, como el dicloruro de dibutilestaño (usado en la producción de espuma de poliuretano); el mercurio, que se usa en la fabricación y reparación de instrumentos científicos (termómetros, por ejemplo), en la fabricación de tubos fluorescentes, termostatos automáticos y de juguetes electrónicos y químicos para niños; o el diisobutil-ftalato, que se usa en la fabricación de plásticos y productos de higiene. El 9% son mutágenas (41 sustancias), tales como el benceno (desengrasante, disolvente, limpiador) y el 3% son tóxicas, persistentes y bioacumulativas (PBT), como el triclorobenceno, que se usa en tintas, componente de fluidos dieléctricos y disolvente. Desde Substratum, pedimos al Gobierno español que se una a la iniciativa.

http://www.substratum.es/bioalimentacion.html

Miquel Porta (Barcelona, 1957), investigador y catedrático de Salud Pública del Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y de la de Carolina del Norte, acaba de publicar, junto a los investigadores Elisa Puigdomènech y Ferran Ballester,«Nuestra contaminación interna. Concentraciones de CTP en la población española». Su posición respecto a los CTP es muy clara: "El enemigo, los compuestos tóxicos permanentes (CTP), ya están en nosotros, pero aún nos falta conciencia y capacidad de reacción para hacerles frente. Desde las más altas administraciones hasta la ciudadanía de a pie de calle"



—¿Los compuestos tóxicos persistentes (CTP) llevan mucho tiempo en y entre nosotros? —Todos los CTP de los que habla el libro no existían hace 100 años y muchos de ellos no habían contaminado la cadena alimentaria ni la especie humana de la manera que ahora lo hacen. La contaminación generalizada por CTP de la que hablamos comenzó a partir de la Segunda Guerra Mundial. Sí que anteriormente había otros compuestos químicos ambientales tóxicos, tales como el plomo o el mercurio, que desde los romanos o antes han estado presentes, pero no habían contaminado la cadena alimentaria y la especie humana de esta forma generalizada.

—¿Cuáles son los compuestos tóxicos persistentes más habituales en la población? —Lo que encontramos con más frecuencia en la especie humana son los plaguicidas: el DDT y su principal producto de degradación, el DDE. También el hexaclorobenceno (usado como pesticida) y el lindano (plaguicida). Luego entre los industriales, destacaría los PCB (policloro bifeniles), que se han utilizado sobre todo como aislantes eléctricos, aunque también para muchos otros usos cotidianos.

—¿Cuál es la principal vía de entrada de los CTP en el cuerpo humano? —Los alimentos y, en concreto, la parte grasa de estos alimentos. Porque los CTP son extraordinariamente lipofílicos, capaces de ser disueltos o absorbidos en grasas. Por lo tanto, por una parte los CTP se disuelven muy bien en las grasas y, por otra, el organismo humano, a través de los riñones, no los puede excretar, y los vamos acumulando lentamente a lo largo de nuestra vida. Y es que, en general, los riñones excretan bien los compuestos que son poco lipofílicos y muy hidrofílicos (capaces de mezclarse con el agua o de disolverse en ella).

—Así que, para no acumular CTP, ¿qué puede hacer el ciudadano? ¿Comer menos grasas? —Bueno, comer menos grasas siempre es una buena idea; no hay ninguna razón positiva para comer más. Ya teníamos razones desde el punto de vista de la prevención de enfermedades cardiovasculares...

—¿Vamos a peor en esto? ¿Seguimos acumulando CTP? —En resumen, se puede decir que en el caso de algunos compuestos estamos estancados a la hora de reducir su concentración; en otros, empeoramos porque están entrando en la cadena alimentaria y, en otros, hemos ido discretamente a mejor. Creo que hemos ido a mejor con demasiada lentitud y que las administraciones, municipal y autonómica, que son las que tienen competencias, en algunos casos prefieren hacer la vista gorda, no mirar. Hay bastantes comunidades autónomas que no hacen suficientes controles de la contaminación química de las alimentos.

—¿Hay excepciones en positivo?  —Algunas de las excepciones son Cataluña o el País Vasco. En esta última comunidad se hacen estudios de dieta total. Se coge una muestra representativa de lo que habría en una cesta de la compra típica, se analizan los alimentos y se mira si tienen CTP.

—Dado un producto, por ejemplo, una tarrina de mantequilla, ¿se podría seguir el rastro de los CTP que contiene, revisar su trazabilidad para saber cuándo se contaminó? —Lo que puedes saber es qué que cantidad de, por ejemplo, hexaclorobenceno, contiene la muestra de mantequilla. Estos controles se pueden hacer y, de hecho, se deben hacer, porque hay límites legales de concentraciones de estos compuestos. De dónde procede la mantequilla también deben saberlo las autoridades y los grandes distribuidores de alimentos.

—¿Pero se puede saber cuándo exactamente se contaminó el alimento? —Bueno, el principal problema es que estos compuestos tan persistentes también se detectan habitualmente ya en el pienso que comen los animales. Si no, ¿qué hace DDT en un cordero de pocos días? ¿Por qué hallamos DDT en un ternero pequeño? ¿Porque lo ha mamado de su madre. Pero su madre no es tan vieja... Entonces, porque lo ha comido en el pienso, ¿no?

— ¿En este eslabón de la cadena también faltan controles? —En Europa se hacen analíticas sobre la contaminación química del pienso y se intenta controlar, pero creo que hay que controlar todos los eslabones de la cadena alimentaria: desde el pienso hasta el producto que llega al consumidor. Creo que hay poco información disponible sobre qué controles hacen las autoridades en ganadería y qué controles hacen las grandes distribuidoras de alimentos. Porque estoy seguro que los hacen, y no siempre los dan a conocer. Hay empresarios que te dicen: «Yo, si me piden la información, la doy, pero si no, no».

—¿O sea que en esto también se hace la vista gorda? —No, lo que pasa es que a veces el consumidor aún no reclama esta información. Yo estoy convencido de que las autoridades y las empresas responden más a lo que lo que el consumidor pide de lo que muchos ciudadanos creen. Hoy en día, el consumidor tiene más poder del que a veces ejerce. Si pide información, las autoridades y las empresas tienden a darla. En resumen, hay administraciones y empresas que no quieren mirar, que no quieren hacer las analíticas porque saben seguro que hallarían problemas, pero también hay información que proporcionan las administraciones que no han sido objeto de suficiente reflexión por parte de las organizaciones ciudadanas.

—¿Qué información habría que dar? —Pues estos son los alimentos analizados y estas las concentraciones de CTP.

—¿Qué comunidad española está peor en contaminación por CTP? —No conozco ningún estudio que diga que los ciudadanos de tal parte están más contaminados que los de otra, pero es que no tenemos demasiada información representativa.

—¿Se ha demostrado que hay correlación entre determinadas concentraciones de CTP en una zona y una mayor prevalencia de algunas enfermedades, como cáncer o diabetes?  —Ni estamos ignorantes totales, ni está completamente demostrado. Hay un cuerpo de conocimiento importante, aunque no suficiente, pero en ciencia nunca nada es suficiente. Está demostrado, por ejemplo, que las dioxinas son carcinogénicas. También hay estudios que indican que estos compuestos aumentan el riego de linfoma no-Hodgkin (LNH), etc. También existen varios estudios que demuestran que la diabetes es más frecuente en lugares donde hay mayor concentración de estos compuestos... Pero la pregunta que yo hago es: ¿cuánto conocimiento queremos tener sobre CTP y diabetes, alzhéimer, asma, párkinson, etc. antes de actuar?

—¿Y su respuesta? —Creo que con los conocimientos que tenemos sobre los efectos adversos en la salud de los CTP ya habría que estar actuando con más energía y celeridad. Aplicando con más energía la legislación vigente.

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